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Foto del escritorJacky Cepeda

El Duelo





Nos hacemos muchas preguntas acerca del Duelo y de cómo deberíamos llevarlo. Pues bien, creo que no existe una formula para ser llevado, lo unico que puedo decir es que debemos vivirlo día a día y así iremos sanando nuestra alma y corazon. Aquí les cuento un poco de cómo lo he ido afrontando en todo este tiempo.

En mi caso debo decir que comprendí que todos los duelos se viven diferentes. Los sentimientos míos fueron y son totalmente opuestos a los de mi esposo. Quizá uno lo demostró más que el otro, pero eso no quiere decir que a alguno le haya dolido más que al otro, simplemente lo demostramos de diferentes formas.

Eso demuestra que hay personas que son más susceptibles y su dolor lo demuestran mas llorando y otros lo hacen al contrario, guardan ese dolor solo para ellos pues no quieren demostrarlo ante nadie, esto lo digo por experiencia propia.

También depende mucho de quién sea la persona que ha partido para ti. En mi caso fue mi Hija y, por lo tanto, el dolor siempre será más fuerte. Nadie en la historia ha logrado describir lo desgarrador que es la pérdida de un hijo.

Viví el dolor más grande y quizá el mas fuerte que se pueda sentir. Pasé muchas noches sin dormir. Días enteros preguntándome porqué a mí. Sentía miedo, angustia, desespero. Días enteros sintiéndome culpable, llorando en mi habitación en mi propia soledad. Ocultaba mi dolor, ensimismada en no responder cuestionamientos externos. Pasé rápidamente de la rabia a la tristeza y de preguntarme, en realidad, si Dios de verdad existía.

Un mar de emociones melancólicas que son difíciles de explicar! En la actualidad existen muchas teorías sobre las etapas del duelo. Una de las más conocidas es la de la siquiatra Elisabeth Kubler-Ross, publicada en el año 1969. Allí señala 5 etapas del duelo. La

Negación, la Ira, la Negociación, la Depresión y la Aceptación.

Hablaré un poco de ellas en mi caso particular:

Mi Negación: al comienzo no lo entiendes, no puedes creer que eso que está pasando te esté sucediendo a ti. Me levantaba pensando que no era real, que era como un sueño y que todo iba a pasar. Casi que llegas al punto de enloquecerte.

Según la siquiatra esto ocurre como mecanismo de defensa y ayuda a reducir la ansiedad.

Mi Ira: la sentía con todo el mundo. Me llené de mucha rabia, sentí envidia de ver a papas felices con sus hijos. Pensaba que nadie entendía mi dolor y era muy susceptible a todo lo que me decían. Una rabia mayor con Dios, pues pensaba que eso no me lo merecía.

Mi Negociación: por mucho tiempo me dije a mi misma: Si no hubiéramos estado allá. Mejor hubiera sido que me pasara a mi.

Yo quería estar en su lugar. Deseaba regresar el tiempo y revivir ese momento, y hacer todo lo humanamente posible para salvarla.

Mi Depresión: me sentía muy triste, sin ganas de nada, no le encontraba sentido a la vida, no era feliz. Mi esposo y mi hijo fueron esa moral para seguir adelante paso a paso, sin juzgarme ni reclamarme.

Mi Aceptación: creo que tardé mucho en aceptarlo, y en realidad no se ni cuándo llegó ese momento. Sin embargo, y aunque con menos frecuencia, sigo preguntándome por qué a mí. Son días fríos y nublados para mi, donde retomo con las fuerzas del amor y del perdón.

El tiempo de superación del duelo depende de cada persona. Para ello debemos armarnos de paciencia, oración y, en especial, compartir nuestros sentimientos y buscar ayuda de especialistas cuando se requiera.

Pero lo más importante, la sanación está en vivir completamente el duelo en todas su etapas. Esto no quiere decir que todas se deben cumplir tal cual. Sin duda el vacío siempre va a existir en nuestro corazón, pero aprenderemos a vivir sin ese ser querido que se marchó.

 

“Si hay Paz en mi interior, habrá luz en mi camino.”

A ella, a mi adoración, Gracias por permitirme día a día sanarme con tu luz.


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